[ad_1]
Lo mejor del Junior ante Chicó fue el empate 2×2 con espera a la decisión del VAR sobre el gol de cabeza del Titi Rodríguez con asistencia de José Enamorado.
Siempre he rechazado las disculpas de los técnicos sobre la altura, sobre la espera en los aeropuertos, etcétera. Ellos saben que eso pasa y hay que manejarlo.
Pero esta vez seguí la marcha del Junior a la capital de Boyacá. El plantel se reunió once de la mañana en el Hotel Dann Carlton para almorzar juntos. Salió hacia el aeropuerto media hora después, llegó a medio día, una hora después salió el vuelo hacia Bogotá, aterrizó a media tarde, en el aeropuerto se tomó un refrigerio y se montaron al bus que los llevó Bogotá-Tunja. Más de una hora para salir de la capital y un poco más de dos horas para llegar a la sede del partido. Arribaron después de las seis de la tarde. Y luego, jugar un partido en una cancha que parece un muladar a 2.782 metros de altura.
Esta segunda formación del Junior necesita consolidarse, establecer sociedades y automatismos. No olvidemos que Junior y Medellín fueron los últimos equipos en salir de vacaciones y apenas, en el caso del equipo barranquillero, tiene tres semanas de puesta a punto física y futbolísticamente.
El gol del Titi, ratificado por el VAR, fue un bálsamo para el espíritu Juniorista porque, a pesar de todas las contingencias, pudo empatar un juego que estaba para terminar con victoria de Chicó.
Otra vez los recambios dieron resultado y Junior terminó acosando el arco de Caicedo hasta empatar sobre el final.
Que todas las contingencias que pasan en este tipo de viajes a ciudades de altura, son ciertas. Que se pueden superar, también…
[ad_2]
Source link