Asfixiado por la inseguridad y la violencia, el pueblo de Ecuador se enfrenta a unas elecciones extraordinarias y anticipadas que, como el primer adjetivo lo dice, de comunes no tienen nada y, paradójicamente, están permeadas por la crisis política desatada por la “muerte cruzada” que decretó Guillermo Lasso el pasado 17 de mayo, y por el magnicidio de Fernando Villavicencio el 9 de agosto, quien se perfilaba como el único candidato que podía hacerle contrapeso al Correísmo en las urnas.
Lea también: Policía investigará si hubo fallas en la seguridad de Fernando Villavicencio
El miedo se respira en las calles. No solo por los últimos ataques que han sufrido políticos aspirantes a los diferentes cargos que se votarán hoy en el país, sino por el recrudecimiento de la violencia a manos de diferentes grupos armados y mafias internacionales que han hundido sus tentáculos en el corazón de Ecuador, estrechando el cerco para el ciudadano de a pie que hoy deberá elegir si darle permanencia al legado del expresidente Rafael Correa, o abrirle espacio a los movimientos alternativos y de derecha que vienen, poco a poco, erigiéndose como opciones competitivas en medio del cansancio hacia la política tradicional y sin resultados que ha gobernado el país.