El estudio, que protagoniza hoy la portada de la revista científica Cancer Cell, es fruto de una investigación liderada por investigadores de dos centros españoles, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), que concluyeron que los tumores cerebrales «hackean» la comunicación entre neuronas.

El objetivo del grupo investigador era explorar qué causa la alteración cognitiva que sufren casi la mitad de los pacientes con metástasis cerebral (un 44 %, aproximadamente), y que se manifiesta, por ejemplo, en cambios de comportamiento, pérdida de memoria o de habilidades, como conducir, explicó a EFE, Manuel Valiente, director del grupo de Metástasis Cerebral del CNIO y uno de los autores de la investigación.

Hasta ahora se intuía que ese deterioro cognitivo se debía a la mera presencia de la metástasis, que presionaba el tejido neuronal; pero el hecho de que el tamaño de la masa tumoral no se correspondiera con la magnitud de las alteraciones abría incógnitas que ahora comienzan a tener respuesta.

A través de experimentos del comportamiento de tres tipos de metástasis (de cáncer de pulmón, mama y melanoma) en ratones y de análisis computacionales e inteligencia artificial, los investigadores vieron que cuando el cáncer produce metástasis en el cerebro altera la química cerebral, e interfiere en la comunicación neuronal (las neuronas se comunican mediante impulsos eléctricos).

Al medir la actividad eléctrica del cerebro de ratones con y sin metástasis, observaron que los registros electrofisiológicos eran totalmente distintos.

«Solo mirando la actividad neuronal, podíamos predecir si había metástasis en el cerebro o no, y, si la había, qué tipo de metástasis era», señaló Valiente.

En definitiva, los científicos constataron que la metástasis deja una huella muy clara en la actividad cerebral, lo que «abre enormes posibilidades» hacia hallazgos importantes, como por ejemplo la detección de la metástasis en un estado muy inicial, agregó Valiente.

Al mismo tiempo identificaron una molécula, EGR1, con un papel potencialmente importante en este proceso de alteración cognitiva, lo que permitiría el desarrollo de fármacos orientados a paliar, o directamente a evitar, que los pacientes con metástasis sufran problemas neurocognitivos.

El hallazgo permitirá orientar las estrategias contra la metástasis cerebral «no solo a matar células tumorales», como se hace ahora, sino al desarrollo de tratamientos menos invasivos.

«Es un trabajo totalmente pionero que abre un camino inexplorado», detalló otra de las autoras, Liset Menéndez de La Prida, directora del Laboratorio de Circuitos Neuronales del Instituto Cajal (CSIC), en un comunicado difundido por el centro.



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Por oviedo