«Juan Luis Guerra es uno de los músicos más grandes que existen en el mundo, mis respetos hacia él. A lo mejor si él no hubiera ido a Berklee y no hubiera hecho lo que él hizo, no hubiera sido el fenómeno de artista que es».
No obstante, subrayó que al igual que cada persona tiene un don, cada «artista tiene una ruta por donde tiene que ir y una no es mejor que la otra. Yo soy un improvisador y me encanta improvisar y me conozco como un rapero que improvisa, pero el que compone y no improvisa no es menos artista que yo», dijo.
Su único consejo a Leomar fue que aproveche al máximo su paso por la escuela bostoniana, aunque dijo saber de antemano que lo hará pues vio en su actuación que siente «pasión» por la música, como él mismo.
«Yo siempre le digo a los artistas que ayudo en la calle: no es lo que yo hice por ti, es lo que tú hiciste con lo que yo hice por ti», indicó para señalar: «ahora le toca a Leomar».
El joven pianista, que estuvo acompañado de sus padres, Leonardo y Dulce María, dijo a EFE que «con ayuda de Dios» va a sacar el máximo partido de esta oportunidad y confió que su sueño es «viajar todo el mundo» tocando su música y la de sus «héroes», entre los que mencionó a Michel Camilo, Chucho Valdés y Oscar Peterson.
Cordero dijo que la música siempre ha sido para él un refugio y también una forma de desahogar sus sentimientos.
«Muchas veces no lo expreso con palabras, sino que me siento al piano. Me siento a escribir, a estudiar lo que sea y de ahí sale, de ahí sale todo», agregó.
La misión de la Fundación Cultural Latin Grammy, según afirmó durante el acto Raquel «Rocky» Egusquiza, es «apoyar y cultivar la próxima generación de creadores de música latina» y empoderar a «nuestras comunidades a través de la música».